Entre lápidas [Lestat]

Volver a Paris, estaba loco ¿y qué? La locura era la mejor compañera, según decían.
Oculté mi presencia a los demás vampiros de la ciudad, no me apetecía ver a los actores el Théâtre des Vampires y menos a Armand. El problema de ocultar tu presencia es que no puedes percibir tampoco la presencia de los otros vampiros. Bah! No es algo que me quite mucho el sueño.

El olor a putrefacción llegaba a mis fosas nasales mientras andaba al lado de la verja del Cementerio de Montparnasse. Más cuidado que les Innocents, no quería decir que fuera a oler mejor.
Mi mano golpeaba los barrotes de hierro de la verja mientras andaba en paralelo a ella ¿qué había venido a hacer aquí? El tonto, eso estaba claro ¿pero qué más? Deseaba haberme quedado en Nueva Orleans y no haber vuelto jamás a Francia.
Cuando llegué al muro de piedra que tapaba las vistas del cementerio- en cuanto a vistas me refiero a muertos, muchos muertos- levanté la cabeza, extrañado, me había parecido ver algo pero era imposible.
Dando un paso atrás, el muro desapareció y pude volver a ver el cementerio, decorado con una pálida figura que dejaba unas flores en una de las múltiples tumbas.
Qué ironía, ocultarme de los bebedores de sangre para ahora encontrarme con uno de ellos sin querer.

Volviéndo a emprender el camino, anduve por el perímetro del cementerio en busca de la preciada puerta. Una vez delante de ella, rompí la cerradura y me colé.
¿Qué haces Lestat? ¿Estás loco? Dios como pudo dudar yo de eso… claro que estoy loco y solo quiero divertirme.

No me fue muy difícil encontrarla, la belleza personificada. Pálida y de cabellos rojizos, la tenía de frente e ignoraba si sabía que yo estaba allí, tampoco me importaba mucho. Sus ojos verdes como esmeraldas estaban clavados en el horizonte y su paso decidido no disminuyó.
Con cada paso que daba, su cuerpo se iba haciendo más visible. Sus turgentes pechos apretados por el corsé, sus carnosos labios y su cintura de avispa… me apetecía tenerla entre mis brazos, me apetecía tenerla junto a mí en un mullido lecho con su cuerpo totalmente desnudo pegado al mío.

Me quedé esperándola pidiendo en silencio que no pasara de largo, que esa belleza encarnada se fijara en mi.

Mis plegarias parecían haber sido escuchadas pues pude ver que sus ojos me miraban de reojo, analizan tés.
No me dio tiempo a mostrar una sonrisa victoriosa, pues en cuestión de segundos su esbelta figura desapareció de mi campo visual para volver a aparecer a pocos centímetros de mí. Me sobresalté pero pude cuidar mi reacción casi por completo,- digo “casi” porque no pude evitar dar un pequeño bote de sobresalto- manteniendo la compostura ante aquella vampira.

Ahora que la tenía tan cerca, mis deseos de pasar una noche de placer junto a ella aumentaban considerablemente. Podía distinguir con más detalle facciones de rostros y las curvas de su cuerpo bajo el corsé y la falda.
Se alejó dos pasos de mí para hacer una reverencia.

-No os había visto antes por París, ni siquiera haber notado vuestra presencia… es encantador, aún estando a unos centímetros sigo sin sentir vuestra aura… Es una buena forma para que un vampiro no pueda encontraros ni… detectaros.

-Y también una buena manera para no detectar ni sentir a los demás- dije animadamente. Dándome la espalda, paseó por la zona si alejarse demasiado. Sentí el típico cosquilleo que se aprecia cuando llega un visitante no deseado a la zona vedada de mente.

-Vaya… sois poderoso para ser un joven hijo de las tinieblas. Interesante… Guardáis vuestra mente demasiado bien, eso os puede dar gran ventaja querido… Lestat- sabía mi nombre, me lo había sonsacado. Pero no pude enfadarme si frustrarme, más bien me dio igual. No sería algo que me quitara el sueño.
Volvió a desaparecer de mi campo visual, pero esta vez conseguí ver su trayectoria y su cuerpo difuminado por la velocidad.

-Mi nombre es Katherine Lefevre Monsieur, enchanté. Siento haber descubierto vuestro nombre… ¿Podéis presentaros vos mismo?- su voz era sensual y sus palabras electrizantes. Se trataba de un fuego de seducción del que estaba seguro que iba a participar, y con sumo gusto.
Revolviéndome en su abrazo, me giré para tenerla frente a mí. Pareció que quiso alejarse pero para asegurarme de que no escapara rodeé su cuerpo con mis brazos.

-Enserio queréis conocerme chérie- susurré. Estábamos tan cerca que al mover mis labios rozaban los suyos produciéndome un grato cosquilleo- puedo ser muy adictivo si os adentráis en mi vida- mis manos bajaron por su espalda acariziándola- Mi nombre, como ya sabéis, es Lestat de Lioncourt, es un placer- acabé con un beso en su mejilla y una sonrisa seductora

Off: Siento mucho la tardanza

“¿Qué le contara todo lo relacionado con Armand y el teatro? Que lo leyera ella misma de mi mente si era tan hábil”, pensé con sarcasmo.
El saber que tus defensas no surgían efecto ante ella pondría de un humor de perros a cualquiera. Pero el problema eran sus ojos, al mirarlos desaparecía todo rastro de mal humor.

Como me pidió, salté al techo del mausoleo y me senté en el espacio libre que me indicaba, a su lado.
Nada más sentarme, ella se acercó a mi todo lo que pudo y cogió mi mano entre las suyas, acariciándola.
Para mi sorpresa, me pilló desprevenido aquel beso que sabía a sangre. Cerré los ojos y me dejé llevar por aquella sensación tan apetitosa, y maldije por lo bajo cuando terminó.

Cuando volví a mí ser, me aclaré la garganta para ayudarme a centrarme en las preguntas que me había hecho.

-Sí, conozco a Armand. Aunque no sé si es por suerte o por desgracia- los sentimientos hacia Armand eran confusos y complejos. Por una parte, aquel niño me producía una oscura sensación de seducción y de encanto. Pero a la vez era capaz de inspirar el puro temor con las sombras de su ser- fui yo quien le regalo el teatro para poder tener un sitio en el que vivir y adaptarse a los tiempos modernos. Me explicaré- dije alzando la vista para mirar al cielo y no ver a la belleza que tenía al lado para no distraerme de mi historia- Hará ya casi 20 años desde que me topé con Armand. Hacía solo unos meses que vivía como vampiro junto a mi compañera. Mi creador me dejó solo después de convertirme, echándose al fuego dejándome a mi suerte en un mundo que había cambiado completamente para mí. Pero supe adaptarme y salir a delante, hacerme pasar por un humano cuando en verdad era un cazador insaciable. Pero no todos veían con buenos ojos mi actitud. A Magnus, que así se llamaba mi mentor, se le olvidó comentarme los peligros que acechaban en París, se le olvidó prevenirme de secta de locos de Armand. Se trataban de unos vampiros perturbados que adoraban a Satanás bendecían el anonimato y la pobreza.
Yo deshice aquella secta de locos. Cuando quisieron castigarme por vivir entre los humanos, les abrí los ojos y quisieron seguirme al exterior. Fue entonces cuando Armand sacó su parte infantil y me imploró que le llevara junto a mí en mis viajes. Pero era incapaz de llevarme a aquel ser que despertaba en mi temor y amor a la vez, era demasiado frustrante para mí. Por eso le di el teatro, que hiciera con él lo que quisiera mientras me dejara a mí en paz. Y cada vez que leo en las cartas que me mandan lo bien que les va en el teatro me compadezco de ellos y me reafirmo en que hice lo correcto- terminada la historia, volví a girarme para mirar a Katherine- y esa es la historia de Armand. Espero que le haya gustado… pero ahora me apetece otra cosa- tomándola yo del mentón, la obligué a acercar su rostro al mío y fundirnos en un precioso beso al que, copiándome de su actuación anterior, le añadí algo de mi sangre para devolverle el saludo de antes.

-¿Y vos chérie? Parece que me hayáis estado evitando todo este tiempo- si seguía tratando de aquella manera, besándome repentinamente, acariciándome, llenándome de pasión con su sangre… la caída de la pasión carnal estaba asegurada para mí. Me sentía esclavo de sus besos y adorador de sus ojos.

Pero céntrate Lestat, no vayas a perder la cordura con tanta rapidez.
-No deberíais dejar de perseguir vuestro sueño- dije en un intento de recobrarme. Para mi sorpresa, las palabras me ayudaban a salir de mi ensimismamiento- no tenemos porqué vivir como condenados por sufrir una maldición que ninguno de los dos deseamos- no dejaría que me tiraran al vacío del anonimato. Quería salir a la luz, ser adorado y respetado por los mortales, un deseo caprichoso que cualquier humano tenía- mi época de actor terminó cuando aterroricé a todo el público de mi pequeño teatro, antes de cedérselo a Armand, con eso solo me gané un disparo en el estómago y un escozor que duró unos segundos. Cuando era humano me encantaba salir a escena, pero eso ya ha pasado, ahora me entretengo mirando las obras desde un palco presidencial rodeado de humanos- desvié la mirada instintivamente- hoy en día ya no se rigen las antiguas normas, vos lo tenéis fácil si queréis iniciar una carrea artística- volví a mirarla a los ojos- tener por seguro que si veo vuestro nombre en carteles, me tendréis en el teatro viendo todas sus obras, cada noche, sin perderme una- como si de necesidad animal se tratara, la tomé del cuello y la atraje a mí con fuerza para besarla salvajemente ¿Qué tenían sus labios de color carmín? Eran una invitación a la perdición.

Me separé jadeante satisfecho por el beso que tanto necesitaba. Para evitar que nuestro contacto terminara, mi mano busco la suya acariciando la fría piedra del mausoleo en el que estábamos sentado.

-Vos tenéis una ventaja abrumadora. Me habéis sonsacado sin mi permiso nombres además de conocer mi historia con Armand. Yo de vos solo sé que erais actriz igual que yo y que en un futuro os gustaría volver a los escenarios… pero me gustaría saber más, muchísimo más ¿me vais a obligar a sonsacárselo de la misma manera que vos habéis echo conmigo?

-Contadme… ¿con quién vivís ahora Lestat? No me gusta sonsacároslo, prefiero que me lo digáis vos.

-Eso me alegra chérie, prefiero utilizar el don de la palabra para comunicarme que el complejo e intrincado don de la mente.
Vivo junto a dos de mis hijos. Nunca he tenido el placer de vivir junto a nadie que no haya convertido, debe ser fascinante poder vivir con alguien que no puede guardarte secreto alguno. Pero jamás lo cambiaría por Louis y Claudia, son únicos en su especia- y era totalmente cierto. Una niña vampira… ¡una niña vampira! Me di prisa en ocultar el recuerdo de Claudia tras un muro negro , No podía dejar que nadie como ella juzgara a la pequeña Claudia- Louis es el más humano de nosotros-dije, intentaba evitar que Katherine se diera cuenta de mi amago- llega a dar agonía cuando se pone pesado con sus sentimientos. Pero le amo, estoy enamorado de sus ojos verdes y su belleza.
Y Claudia… que decir de Claudia. Se parece más a mí que a Louis, es una pequeña asesina. Ellos dos son lo que me sujetan a esta época y quiero mantenerlos a mi lado todo el tiempo que me sea posible. Es un tanto avaricioso por mi parte, pero no me importa lo más mínimo. Temo a la soledad y eso no lo cambiaré nunca

Alcé la mano para acariciar su pálido rostro. Tomándola por la cintura, la empuje haciéndonos rodar por el tejado el mausoleo hasta quedar yo encima suya. La besé de nuevo introduciendo mi lengua dentro de su boca. Mis manos bajaron de la cintura y se toparon con sus piernas desnudas. Al rodar, la falda se le había subido y sus piernas quedaban al descubierto. Me puse de rodillas y tomé una de sus piernas entra mis manos y alcé un poco. Bajé mi rostro y fui besando su piel desde el tobillo hasta la rodilla sin dejar de mirarla.

-Sois una delicia ¿no se lo habían dicho ya antes?- seguro que sí.

Con una sonrisa, hice una reverencia y salté del tejado del mausoleo volviendo a tocar tierra.

-Lo que vos deseéis Katherine-dije sin hacer desaparecer la sonrisa de mis labios- solo quería que nos divirtiéramos un rato, aunque no hace falta llegar a tanto para divertirse en compañía- me apoyé en una de las múltiples lápidas que quedaban cerca del mausoleo donde Katherine seguía sentada, mirándome todo el rato- lo más seguro es que después de esta noche vos y yo no nos volvamos a ver, busqué la forma más fácil de entretenernos cegado por su belleza. Pero me acabáis de abrir los ojos mostrándome otras formas de pasar la noche- me volví a levantar y le di la espalda, pero giré el cuello para mirarla- aunque tenéis que reconocer que hacer el amor en un cementerio tiene su morbo- dije riendo. Aún tenía el sabor de su piel en mis labios, y deseaba volver a tastarlo. Hundir mi cuerpo entre sus piernas y rodar por el techo de aquel mausoleo haciendo el amor. Pero la idea parecía incomodarnos, más a ella que a mí.

Me giré de nuevo para tenerla frente a mí.
-Se que no debería hacer esto, puesto que hay vampiros en Francia que no me gustaría volver a ver en mucho tiempo, si pudiera ser nunca, pero ¿Qué le parece ir a dar una vuelta por la ciudad? A lo mejor ver la Torre Eiffel, Notre dam ,… no sé lo que vos deseéis. Me he cansado de estar rodeado de muertos teniendo a una belleza a mi lado.- dije con una sonrisa juguetona. Ahora que la tenía delante me daba cuenta que visitar Francia no había sido tan mala idea como había pensado en un primer momento.