Tomando un respiro [Erzsebeth]

Recuerdo del primer mensaje :

Hacía mucho tiempo que no iba de compras, de hecho, hacía bastante tiempo que no salía de casa. Padre estaba bastante pesado desde lo del teatro. Que hubiese llegado tan tarde no le había hecho mucha gracia y, aunque no podía hacerlo personalmente, pagaba a algunos de los criados para que me vigilaran. No podía estar sola nada más que cuando estaba en mi habitación. Daba igual que estuviese practicando con el piano, haciendo algún bordado o simplemente leyendo, siempre sentía unos ojos obsevándome. Aquella situación se volvía insoportable por momentos.

Por eso, harta de esa persecución, logré convencer a mi madre de que me dejara acompañarla de compras y, al fin, logré salir de casa. Lo que mi madre no sabía es que aprovecharía cualquier descuido en las atestadas calles comerciales, para escaparme de ella y vagar un poco a mi aire por la ciudad.
- Hija, mira que tela más preciosa... ¿No te gustaría para un vestido nuevo?
- Pues no está mal... pero me gusta más esa, madre. -dije señalando otro rollo de tela mientras mi mente seguía pensando en un método factible para desambarazarme de mi madre. Quizá si se encontrase con alguna amiga....

(Off: pobre Vanessa... xD Si quiere visitar Francia, que vaya antes de que Napoleón suba al poder y Gran Bretaña lidere una coalición contra él. Que ahora están algo tocados por la revolución, como dice Erz, pero en unos años sus relaciones con los ingleses no serán muy amistosas xD)

- No estoy segura de si tendrán un piano en el local al que vamos, pero de tenerlo prometo tocar un poco. - luego de aquella afirmación, seguida de una sonrisa, escuché su respuesta. Libros, como no. Aunque aquello de los libros antiguos ya era mucho menos común...- Imagino que debe resultar interesante... Yo por mi parte suelo decantarme más por el teatro. Me gusta tanto leerlo, como verlo, pero lo de viajar... no he tenido la suerte de hacerlo. En todos estos años no he abandonado Londres nunca, aunque me encantaría visitar Francia... -dije.- ¿Vos habéis estado allí?
- No estoy segura de si tendrán un piano en el local al que vamos, pero de tenerlo prometo tocar un poco. - Asiento, será agradable oírla -Imagino que debe resultar interesante... Yo por mi parte suelo decantarme más por el teatro. Me gusta tanto leerlo, como verlo, pero lo de viajar... no he tenido la suerte de hacerlo. En todos estos años no he abandonado Londres nunca, aunque me encantaría visitar Francia... -dice- ¿Vos habéis estado allí?
- ¿Francia? Más os vale no visitarla próximamente, o hacerlo con cuidado. Aunque habría sido peor hace un par de años, en París ejecutaron a muchos nobles. Acaban de salir de una revolución, no es el mejor país para vivir ahora mismo. Y ese cónsul, Napoleón Bonaparte... Me parece demasiado ambicioso. Pero sí, supongo que el país tiene su encanto, al margen de si situación política actual. Estuve en Francia unas semanas, cuando iba de Italia a Inglaterra, aprovechando para visitar a mi hermana. Francia, Italia, Inglaterra, Hungría y otras zonas del Imperio Austríaco, sobre todo los Cárpatos. La verdad es que he viajado bastante- miro a Vanessa, pensando en lo primero que ha dicho- Así que el teatro... Hace no mucho conseguí una primera edición de "Timón de Atenas", de Shakespeare. Si queréis, podría prestárosla.

Off: XD Olvidaba que estábamos en esa época... La historia y yo nunca fuimos buenas amigas XDD)

Cuando comenté lo de que me gustaría visitar Francia su expresión varió un poco y fue entonces cuando me contó lo que estaba aconteciendo en el país. Al parecer ella estaba mucho más y mejor informada al respecto que yo.
- Vaya, supongo que debería estar más al tanto de esas cosas, pero los periódicos ciertamente me aburren. -comenté en un tono de ligera jocosidad. Tras eso ella mencionó los países y lugares que había visitado y me sorprendí por ello. Era una mujer joven y con mundo... Empecé a sentir cierta envidia hacia ella.- Supongo entonces que deberé escoger un destino mejor si es que quiero viajar... -mi rostro se iluminó cuando mencionó la primera edición de aquella obra de Shakespeare.- ¿En serio la tenéis? Me encantaría poder echarle un vistazo, Erzsebeth. Pero... no os ha tenido que ser fácil conseguirla. ¿Cómo habéis dado con ella? -le pregunté.

A lo lejos, ya se distinguía el letrero del lugar al que nos dirigíamos.

(Off: no pasa nada, casi nadie lo tiene en cuenta. Pero tengo una amiga que va para historiadora a la que le importa, y mucho xD Además, me divierte ser fiel a la historia. El problema es que dentro de unos añitos Napy nos someterá al bloqueo continental, e invadirá Italia (esa amiga es de allí). No estamos en una época muy estable para un foro. Y siento no haber respondido antes, después de escribir toda la respuesta en un día sin inspiración, se me bloqueó internet. Después de eso no apetecía nada volver a escribirlo xD)
- Vaya, supongo que debería estar más al tanto de esas cosas, pero los periódicos ciertamente me aburren. -comenta- Supongo entonces que deberé escoger un destino mejor si es que quiero viajar...
- Bueno, tengo una hermana en un país en el que, hasta hace poco, rodaban cabezas todos los días. Aunque ella no sea noble y no corriera tanto peligro, es natural que me interese por el estado de dicho país. Y no cambiéis el destino de vuestro viaje por mis comentarios, Francia es un bello país. Además, siempre podéis visitarlo de paso, ya que, por ejemplo, es casi obligatorio atravesarlo para llegar al Imperio Austriaco, o a Italia.
- ¿En serio la tenéis? Me encantaría poder echarle un vistazo, Erzsebeth. Pero... no os ha tenido que ser fácil conseguirla. ¿Cómo habéis dado con ella? pregunta con entusiasmo.
- Bueno, ya llevo bastantes años en el "mundo" de los libros antiguos, así que conozco gente, me informan, investigo... Y pago, por supuesto, hay cosas que no son baratas. O que no están en venta, lo que da aún más problemas. En el caso de esa primera edición, un hombre con el que negocio la localizó. Se dedica a buscar cosas que puedan interesarle a coleccionistas, y a cobrar por esa información. Después... Bueno, no era algo que se vendiera a cualquiera. Moví algunos hilos- "hechicé a un par de personas" pienso- y al final conseguí un precio que pudiera pagar. Son libros difíciles de mantener, pero estoy convencida de que seríais incapaz de dañarlo si os lo prestara.
Llegamos frente a un local, cuya puerta abre Vanessa. Supongo que ésta es la cafetería de la que ha hablado.

Off: Ahora me toca disculparme a mí (he andado escasa de imaginación este finde)


Erzebeth me obsequió con una explicación acerca del motivo por el que sabía de todas esas cosas y después me dijo que no debía cambiar mis planes por eso, que siempre podía visitar el país de paso a otro lado. Después me explicó que llevaba años en el mundo de los libros antiguos y que conocer gente y saber manejarse en ese mundo ayudaba bastante a la hora de conseguir ciertas cosas, reiterándome después que estaba convencida de que yo sería incapaz de dañar el libro, por lo que me lo prestaría encantada.
- Podéis estar segura de que lo cuidaré bien. Y os estaré realmente agradecida también. -respondí sonriendo. Al alzar la vista vi que nos encontrábamos ya frente a la cafetería de la que había hablado y me adelanté para abrir la puerta.

Nos adentramos en el local, ligera y elegantemente decorado con un gusto exquisito. Mesas con manteles de un blanco impoluto, flores del tiempo en cada mesa, cuadros de artistas en ciernes locales decorando las paredes y, en un rincón frente a la puerta, una pequeña tarima ocupada en parte por un piano negro de cola. Vislumbré al Sr. Morton ocupado tras la barra y me dirigí sin pensarlo a la mesa más cercana a la tarima seguida por mi nueva amiga. Pronto una chica joven vino a tomarnos nota.
- ¿Qué puedo traerles, señoritas?

- Podéis estar segura de que lo cuidaré bien. Y os estaré realmente agradecida también. -responde sonriendo. Asiento, la verdad es que no lo dudo.
Nos adentramos en el local, decorado con un gusto exquisito. Tiene un aspecto elegante, nada recargado. Los manteles blancos como la mieve, algunas flores en cada mesa, cuadros en las paredes y una tarima con un piano de cola. Vanessa se dirige a una mesa, por lo que la sigo y me siento frente a ella. Una chica se acerca a tomarnos nota.
- ¿Qué puedo traerles, señoritas?
Recuerdo la mención que hizo Vanessa al té y las pastas de calidad. La dejo pedir primero, y después hablo yo:
- Un te blanco, con leche y azucar, por favor- la joven se aleja- Bueno, entonces decidido, le prestaré el libro... Aunque no lo llevo a mano, como comprenderá, tendremos que ir a buscarlo. Y, volviendo al tema de la música, ¿tocará algo en ese piano?

- Yo tomaré lo de siempre. El Sr. Morton sabe lo que es. -le dije a la chica sin demasiadas ganas de explicarlo.- Y que el té esté bien caliente. -añadí. La chica anotó mi pedido y seguidamente el de Erzsebeth y se alejó hacia la barra.- Claro, imagino que una joya como esa no se saca de casa así como así. -dije sonriéndole antes de responder con un ligero asentimiento a su pregunta sobre el piano.- Bueno, puesto que he dicho que de haberlo lo haría, ahora no puedo negarme...

Al levantar la vista vi al señor Morton saliendo de detrás de la barra y dirigiéndose hacia la mesa que ocupábamos.
- ¡Srta. Jonhson! Me alegro de verla. Hacía tiempo que no se dejaba caer por mi local.
- Hola, señor Morton. He estado un poco ocupada estos días. -Mentira, más bien "castigada".- Veo que ha decidido mantener el piano en el local... -le comenté.
- Sí, bueno... Me di cuenta de que a muchos clientes les gusta escuchar música y el piano es posiblemente el único instrumento que los jóvenes músicos no pueden llevar consigo, así que me animé a comprarlo. La verdad es que la inversión está resultando bastante rentable. ¿Nos deleitará después con alguna pieza? Le diré a mi hija que lo prepare todo. -dijo sin esperar a que respondiese y haciéndole un gesto a la chica que nos había atendido.
- Puesto que sé que no acepta un no por respuesta y que le había prometido a mi amiga que lo haría, mi respuesta es sí. -sonreí y después me fijé en la chica.- ¿Ella es su hija? Vaya, pensaba que era menor... -murmuré en un tono no demasiado elevado de voz.- Por cierto, ella es Erzsebeth Harsányi. -dije presentándole a mi acompañante.
- Tiene sólo catorce años, pero está bastante crecidita y le gusta ayudarme aquí. -hizo un inclinamiento de cabeza dirigido a Beth y luego se excusó.- Debo volver al trabajo. Un placer, srta Harsányi. Disfruten del té y las pastas. -tras eso se alejó y al poco su hija volvía con nuestros tés y un plato con pastas.

Me giré un poco hacia Erzsebeth mientras removía el té lentamente.
- Parece que ya tengo más motivos para subir a esa tarima... -bromeé.- Ahora sólo tengo que decidir qué puedo tocar. -comenté.

- Yo tomaré lo de siempre. El Sr. Morton sabe lo que es. - dice ella- Y que el té esté bien caliente. -añade.- Claro, imagino que una joya como esa no se saca de casa así como así. -dice sonriéndome, antes de responder con un ligero asentimiento a su pregunta sobre el piano.- Bueno, puesto que he dicho que de haberlo lo haría, ahora no puedo negarme...
El hombre que se situaba tras la barra se acerca a nosotras.
- ¡Srta. Jonhson! Me alegro de verla. Hacía tiempo que no se dejaba caer por mi local.
- Hola, señor Morton. He estado un poco ocupada estos días. Veo que ha decidido mantener el piano en el local...
- Sí, bueno... Me di cuenta de que a muchos clientes les gusta escuchar música y el piano es posiblemente el único instrumento que los jóvenes músicos no pueden llevar consigo, así que me animé a comprarlo. La verdad es que la inversión está resultando bastante rentable. ¿Nos deleitará después con alguna pieza? Le diré a mi hija que lo prepare todo. -dice haciéndole un gesto a la chica que nos había atendido.
- Puesto que sé que no acepta un no por respuesta y que le había prometido a mi amiga que lo haría, mi respuesta es sí. -sonríe- ¿Ella es su hija? Vaya, pensaba que era menor... -murmura- Por cierto, ella es Erzsebeth Harsányi- me presenta. Como en la mayoría de los ingleses, advierto un cambio en su expresión, casi imperceptible, al oír mi apellido, tan evidentemente extranjero. Sonrío interiormente. "Qué país más cerrado".
- Encantada, Mr. Morton.- al oír mi perfecto inglés y la ausencia de acento, su expresión se suaviza, hasta desaparecer. Al menos soportan mejor a los extranjeros que hablan bien su idioma.
- Tiene sólo catorce años, pero está bastante crecidita y le gusta ayudarme aquí. -hace una inclinación de cabeza- Debo volver al trabajo. Un placer, srta Harsányi. Disfruten del té y las pastas. -se aleja y en poco tiempo su hija vuelve con nuestros tés y un plato con pastas.
Pruebo el té y sonrío, Vanessa no ha exagerado. Mientras pienso esto, ella se gira hacia mí mientras remueve el té.
- Parece que ya tengo más motivos para subir a esa tarima... -bromea- Ahora sólo tengo que decidir qué puedo tocar. -comenta.
- Bueno, elija su compositor y obra favorita. No sé ni qué sabe tocar, ni qué le gusta más o le resulta más fácil, así que no puedo hacerle sugerencias. Además, probablemente usted conozca más compositores que yo, y es poco probable que me disguste... Así que, ¿qué va a tocar? ¿Alguna sonata para piano? ¿O un estudio? Son lo mejor cuando se trata de un instrumento solista, aunque los segundos suelen ser muy difíciles.

Observo la reacción de Beth tras probar el té y adivino que le ha gustado. Me llevo mi taza a los labios, doy un sorbito dejándola de nuevo en la mesa y cogiendo una de las pastas del plato le dou un pequeño mordisco.
- La verdad es que mi obra favorita no es nada conocida. Es una canción que mi madre solía tocar de pequeña y cuyo autor desconozco pero, puesto que últimamente he estado prácticando bastante a menudo una pieza de Haydn, creo que me decidiré por esa. -el recordar esa pieza me hizo pensar en mis clases de música. Llevaba tiempo sin saber de mi maestro Tristán y me preocupaba que hubiese vuelto a tener un encontronazo con el matón descontrolado que lo dejó tan mal parado la última vez que tuve ocasión de estar en su compañía. Con gesto levemente distraido, me llevé nuevamente la taza a los labios.

- La verdad es que mi obra favorita no es nada conocida. Es una canción que mi madre solía tocar de pequeña y cuyo autor desconozco pero, puesto que últimamente he estado prácticando bastante a menudo una pieza de Haydn, creo que me decidiré por esa.
- Interesante... ¿De qué pieza se trata? No sé si sabe que Haydn trabajó para la familia Eszterházy, de Hungría. Supuestamente somos... compatriotas. Al fin y al cabo, los Habsburgo poseen tanto Austria como Hungría. Pero la mayoría de los magyares no nos consideramos demasiado austríacos. - Me gustaría oír esa canción que tanto le gusta, pero veremos qué tal se le da Haydn. Noto su expresión, pensativa y distraída, mientras se lleva la taza a los labios. Parece levemente preocupada- ¿Ocurre algo? Si son asuntos privados no se sienta obligada a responder, pero parece distraída... ¿He hecho que recuerde algo preocupante?

De verdad se notaba que la señorita Harsányi era una mujer bastante culta. Conocía datos que a otra gente normalmente le pasaban desapercibidos y, esto podía deberse tanto a haber viajado por tantos países, como a su afición a la literatura y los textos antiguos. Volviendo al tema de la música me preguntó por la obra y, sin recordar bien el número de sonata, tuve que ser poco explícita.
- Una de sus sonatas para piano, lamentablemente no soy capaz ahora mismo de recordar el número de ésta. Tengo mala memoria para algunos temas. -me excusé sonriendo levemente. Al parecer notó mi gesto distraido y preocupado y, puesto que realmente no era nada del otro mundo y que no había podido hablar con nadie de aquello, decidí contárselo.- Pues sí, ha hecho que me acuerde de algo, o más bien de alguien. Concretamente, al hombre que se ofreció a ser mi instructor de piano. Tuvo un pequeño percance y desde entonces no he tenido noticias suyas... Sé que no debería preocuparme, pero era un buen profesor y seguramente me cueste encontrar otro tan bueno como él. - añadí suspirando levemente para después seguir disfrutando de mi té y mis pastas.

(Pieza a interpretar)
https://www.youtube.com/watch?v=Vkse1g9ibnM

Divago unos segundos, recordando Eszterháza, el inmenso palacio de la familia Eszterházy. Sin embargo, no tardo nada en volver a prestar atención a mi compañera.
- Una de sus sonatas para piano, lamentablemente no soy capaz ahora mismo de recordar el número de ésta. Tengo mala memoria para algunos temas.
- Tranquila, es natural. Lo importante es la obra en sí, no el número que aparece en su título... Yo también olvido detalles como esos, me gusta pensar que inútiles. Aunque luego, las cosas que recuerdo le parezcan superfluas al resto del mundo, a diferencia de las que olvido- digo, respondiendo a su sonrisa.
- Pues sí, ha hecho que me acuerde de algo, o más bien de alguien. Concretamente, al hombre que se ofreció a ser mi instructor de piano. Tuvo un pequeño percance y desde entonces no he tenido noticias suyas... Sé que no debería preocuparme, pero era un buen profesor y seguramente me cueste encontrar otro tan bueno como él. - añade.
- Vaya... Supongo que si no lo ha mencionado es que no tengo derecho a saber en qué consistía ese incidente... ¿Cómo se llamaba su profesor? Tal vez pueda ayudaros a averiguar qué ha sido de él.

(Off: niña mala... Tu madre va a estar preocupada, llevas mucho tiempo desaparecida xD ¿Conseguirá encontrarte?)

Negué con la cabeza levemente más bien como si quisiese quitar aquel recuerdo de mi mente que como si pretendiese decirle que no a mi acompañante.
- La verdad es que yo misma no estoy segura de haber tenido el derecho a presenciar aquello... pero allí estaba... el momento y el lugar equivocados... -musité.- No sé si le conoceréis pero por probar... mi profesor era el señor Evans, Tristán Evans. -le dije a Erzsebeth antes de llevarme de nuevo la taza de té a los labios.

- ¡Vanessa! ¿Sabes cuanto hace que te busco? - la voz de mi madre, con un tono de voz más alto que el que el decoro y las buenas formas recomendaban me hizo dirigir la vista hacia la puerta y la vi a un metro escaso ya de la mesa en la que nos encontrábamos.
- Madre, yo... -quise empezar a excusarme, pero en ese momento no se me ocurría nada que decir que sonara creíble y que no me dejase también al descubierto ante mi nueva amiga.

(Off: Ya tenía pensado como iba a dar conmigo. Lamentablemente, conoce demasiado bien mis gustos XD)

(Off: Estaba deseando que apareciera XD)
- La verdad es que yo misma no estoy segura de haber tenido el derecho a presenciar aquello... pero allí estaba... el momento y el lugar equivocados... -musita mientras bebo y la miro por encima del borde de mi taza.- No sé si le conoceréis pero por probar... mi profesor era el señor Evans, Tristán Evans. -dice.
- Tristán Evans... No, no lo conozco. Pero si oigo algo sobre él se lo comentaré...
- ¡Vanessa! ¿Sabes cuanto hace que te busco? - una voz, en un tono de voz tal vez demasiado alto, me interrumpe y provoca que Vanessa mire hacia la puerta. Una mujer se ha acercaso hasta la mesa en la que estamos. Su parecido me hace deducir su parentesco, que me confirma el murmullo de la joven:
- Madre, yo... - empieza, pero se detiene. Sonrío levemente. Ya me aclarará su madre en qué me había mentido Vanessa, pero no será entre gritos...
- Así que usted es Lady Jonhson- digo con una sonrisa. Clavo mis ojos en los suyos- tanulékony- murmuro, en húngaro. Ha sido un susurro tan débil que Vanessa no ha podido distinguir la palabra. Sin embargo, en su madre ha surtido efecto. "Dócil", he dicho, y así se encuentra. Su rabia parece haber desaparecido, y por ahora me obedecerá. Sin embargo, he reducido la fuerza del hechizo, para que no sea demasiado descarado. Cuando va a intentar continuar su regañina, aunque poco convencida, la interrumpo- Su hija iba a tocar una sonata de Haydn, me ha dicho que es usted instructora de piano ¿Quiere sentarse? Podemos disfrutar tranquilamente de su música, después hablaremos- digo, sin que desaparezca su sonrisa. Su madre se sienta en una silla, junto a nosotras- pida algo, por favor, no se quede con sed- añado. Mantener el hechizo mentalmente sería molesto...

Yo no podía hablar y mi acompañante debió notarlo, porque antes de que mi madre o yo volviésemos a decir algo fue ella quién habló dedicándole a mi madre una sonrisa. Alcé la mirada al ver que mi madre no decía nada y me sorprendió el cambio en su gesto. Parecía más... ¿tranquila? ¿Pero cómo...? Veo que trata de decir algo pero nuevamente Beth la interrumpe diciéndole que me disponía a tocar en el piano e invitándola a sentarse con ella mientras yo iba a tocar. Vi que, para mi sorpresa, se sentó sin rechistar y no sólo eso sino que, instada por las palabras de Beth le hizo un gesto a la chica para que se acercase y ordenó un té.
- Creo que iré a tocar esa pieza... Erzsebeth... Madre... -musité haciendo ademán de levantarme sin dejar de mirar a mi madre. ¿Por qué habría cambiado de repente su actitud? ¿Se habría dado cuenta de repente dónde estaba y habría decidido guardar las formas?

En todo aquello pensaba mientras subía a la tarima, abría la tapa del piano y me sentaba en la banqueta. Me fijé en que había algunas partituras por allí, pero teniendo en cuenta las numerosas veces que había interpretado la obra que tenía en mente, no necesitaba de ninguna partitura. Cerré los ojos y aspiré profundamente antes de posar mis dedos sobre las teclas y dejar que comenzasen a moverse llenando el local con el bello sonido del piano.

Off: XD Creo que como descubra lo que has hecho te pediré el truco jajaja

La expresión de sorpresa de Vanessa es todo un poema. Su madre pide un té, lo que me viene de perlas.
- Creo que iré a tocar esa pieza... Erzsebeth... Madre... -musita la hija levantándose sin dejar de mirar a su madre.
Sube a la tarima, mientras la camarera servía el té de la señora Jonhson.
- Si es instructora de piano, supongo que le gustará que su hija comparta su afición por dicho instrumento... - comento. Ella, instintivamente, mira a Vanessa, quien está abriendo la tapa del piano, con una sonrisa orgullosa, momento que aprovecho para echar en su bebida una gota de uno de los bebedizos que utilizo para controlar la voluntad. Una gota será suficiente para unas horas, y más de esta pócima tan suave. No quiero pasarme, simplemente facilitar las cosas- ¿Por qué os disgusta tanto que vuestra hija se haya ausentado durante un rato? Podéis contármelo.
Ella, mientras su hija se sienta, comenta que estaba castigada después de su comportamiento durante la velada con el señor Leonardo Rousseau.
"¡¿Lord Rousseau?! Con ese vampiro de por medio, me extrañaría que Vanessa conservara toda su sangre intacta..." pienso. Las notas de la bella sonata llenan el local, por lo que me concentro en la música.

(Off: Te sería útil xD Pero no es un truco fácil de "dar". Siempre te puedo dejar la pócima, pero hechizar a tu propia madre para salirte con la tuya... No sé, a mí no me dejaría dormir tranquila xD)

Estaba preocupada por el cambio repentino obrado en mi madre, de hecho, me temía lo peor. Intentaría por todos los motivos retrasar la vuelta a casa pues, si su enfado era lo suficiente grande, era incluso capaz de contárselo a mi padre y entonces sí que tendría problemas. Abrí los ojos para pasearlos por el local y los posé durante un rato sobre mi madre y Beth que parecían charlar con tono y expresión despreocupada. ¿De qué hablarían? Procuré no seguir pensando en aquello y volví a cerrar los ojos para continuar con la interpretación de la pieza.

Varios minutos después di mi intervención al piano por finalizada y, tras abrir los ojos, me levanté de la banqueta, esbocé una sonrisa dirigida a los clientes del local que aplaudían y después hice una muy leve reverencia antes de dirigirme nuevamente a la mesa en que esperaban mi madre y Erzsebeth.
- ¿Os gustó? -les pregunté evitando en la medida de lo posible cruzar mi mirada con la de mi madre.

Vanessa termina su interpretación y su madre y yo, junto con otros clientes, aplaudimos. Se levanta de la banqueta, esboza una sonrisa, hace una muy leve reverencia y vuelve a la mesa, sentándose con nosotras.
- ¿Os gustó? -pregunta.
Yo asiento, mientras su madre la elogia haciendo alguna pequeña crítica constructiva. Sonrío, supongo que como instructora de piano que es, siempre será algo más exigente con la alumna que más le interesa y de la que más espera.
- Vanessa, me he enterado de que tenemos un conocido común... Su madre me ha dicho que ambas conocen a Leonardo Rousseau- comento.
Al volver a pensar en dicho vampiro, recuerdo la noche en que nos conocimos e, inconscientemente, llevo una de mis manos a mi cuello. Sin embargo, colocándome un mechón de pelo detrás de la oreja, consigo que el gesto parezca natural.
"Soy estúpida. Sólo fue un mordisco. Aunque dañara mi orgullo, tengo que darle menos importancia."

Beth parecía más que satisfecha tras escucharme tocar, al igual que gran parte de la gente del local pero mi madre como siempre encontró algo para criticar. La escuché asintiendo en silencio puesto que prefería no contrariarla demasiado, bastante tenía ya con la que me caería después... Cuando mi madre acabó cogí mi taza de te de la que apenas quedaba un sorbo y la acabé mientras escuchaba a Beth volver a hablar.
- ¿El señor Rousseau? Oh, sí. Él es un socio que mi padre ha hecho recientemente y, aparte de disfrutar de una cena en su casa en la que nos conocimos todos, tuvo a bien invitarme a una representación de Romeo y Julieta, una de mis obras favoritas. Es un señor agradable y caballeroso y su esposa es encantadora. -mentí más que por Beth por mi madre.- ¿Cómo es que vos también lo conocéis? ¿Tenéis amistades comunes? -le pregunté con cierta curiosidad.

Vanessa parece algo molesta ante las críticas de su madre. No puedo evitar sonreir, recordando. Mi madre fue quien me enseñó a hacer magia, al menos hasta que murió. Le apasionaba tanto como a mí, así que no dejaba pasar ningún error. Pero era tan evidente que estaba orgullosa de nosotras, y me interesaba tanto corregir mis errores que, aunque alguna vez me irrité, solía perdonarle cualquier crítica. Y, sobretodo, escucharla.
Supongo que, tras su castigo, Vanessa está en uno de esos momentos en los que las críticas irritan.
- ¿El señor Rousseau? Oh, sí. Él es un socio que mi padre ha hecho recientemente y, aparte de disfrutar de una cena en su casa en la que nos conocimos todos, tuvo a bien invitarme a una representación de Romeo y Julieta, una de mis obras favoritas. Es un señor agradable y caballeroso y su esposa es encantadora. -Espera... ¿Esposa? ¿Ese vampiro está casado? Pues... O su compañera es una vampiresa, y no tienen por qué estar casados, solo fingirlo... O es una humana. Lo cual me resultaría muy extraño... Aun así, que invitara a Vanessa a esa representación hace que mis sospechas aumenten, ¿dónde la habrá mordido? Si ella no sabe que es un vampiro, no debería dejarle marcas en el cuello, pues las vería- ¿Cómo es que vos también lo conocéis? ¿Tenéis amistades comunes? -pregunta con cierta curiosidad.
- Sí, coincidimos en una fiesta de máscaras a la que un conocido común nos había invitado. Diría amigo, pero su relación con Rousseau era exclusivamente de negocios, y yo no lo conocía demasiado, me lo había presentado un comerciante con el que trabé amistad en Venecia. Me pareció un hombre interesante y entablé conversación con él, aunque terminamos con una pequeña... Discusión. Supongo que él es caprichoso y yo orgullosa, y tuvimos alguna desavenencia- "¿Discusión? Me mordió y yo le lancé un hechizo de sufrimiento para que se apartara. Eso no es una simple desaveniencia. Pero, desgraciadamente, no siempre se puede contar la realidad"- Pero nada grave, lo cierto es que tiene una conversación muy interesante, y es inteligente.
"Me pregunto qué sucedería exactamente cuando Vanessa conoció a Leonardo para que aquello terminara en un castigo para ella. Supongo que los vampiros no son la mejor de las influencias"
Mi mirada pasa de Vanessa a su madre. Esta última sigue bajo los efectos de la pócima, por lo que sigue obedeciendo a mi orden de no regañar a su hija, pero, puesto que no he seguido controlándola, se mantiene lúcida y escuchando la conversación. Me preocupa que intente adivinar los motivos de esa supuesta "discusión". Según cuál sea la imagen de Leonardo que ella tiene, imaginará una u otra cosa... Y una invención puede dar problemas. Pero bueno, con que se lo pida me dirá cualquier cosa que piense, y podré hacerla cambiar de opinión con facilidad.
Sonrío. Siempre me han gustado estas pócimas. Al fin y al cabo, le debo mi situación actual a una de ellas.

No sé si fue una impresión mía o no pero me pareció notar cierto desconcierto en el rostro de Beth con mi respuesta aunque esa sensación se desvaneció en seguida al escuchar como respondió a mi pregunta. La verdad es que no me sorprendía que Monsieur Rousseau tuviese muchos conocidos en la ciudad. Por lo que mi padre decía era un hombre con muchos contactos por sus negocios y, según él, amante de la vida nocturna de la ciudad. Al parecer era habitual verle asistir a teatros, fiestas y eventos varios tanto sólo como en compañía de su esposa. Nunca lo admitiría, y menos aún delante de mi madre, pero desde nuestro último encuentro había procurado averiguar más cosas sobre él.
- Espero que no fuese nada importante y que no enturbiase la diversión de la fiesta. No puedo decir que le conozca muy a fondo pero me pareció un amante de la cultura en general y de la literatura en particular. Quizá si hubiesen hablado de ese tema... -dije dejando la frase inconclusa.

- Mi opinión sobre él ha variado ligeramente desde la noche de la cena en su casa. -intervino de repente mi madre. La miré como pidiéndole que no volviese a eso ahora pero fue imposible para mí pararla.- Un hombre como él debería saber que si le encomiendan la labor de devolver a casa a una joven antes de determinada hora debería hacerlo y en caso contrario, al menos dignarse a dar una excusa. -dijo.

- Madre, por favor... - "Y yo que pensaba que ya estaba olvidado y zanjado el tema..."

- Espero que no fuese nada importante y que no enturbiase la diversión de la fiesta. No puedo decir que le conozca muy a fondo pero me pareció un amante de la cultura en general y de la literatura en particular. Quizá si hubiesen hablado de ese tema... -dice Vanessa.
- No llegamos a hablar de libros, pero no creo que hubieran evitado ese pequeño desacuerdo. Coincidimos en la mayoría de los temas que tratamos, pero eso no evitó la posterior discusión. Aun así no enturbió demasiado la fiesta.
- Mi opinión sobre él ha variado ligeramente desde la noche de la cena en su casa. -interviene su madre. Vanessa la mira como pidiéndole que no sacara el tema- Un hombre como él debería saber que si le encomiendan la labor de devolver a casa a una joven antes de determinada hora debería hacerlo y en caso contrario, al menos dignarse a dar una excusa. -dice.
- Madre, por favor...
- Es cierto que, en una situación así, una explicación es, cuanto menos, conveniente- aunque para un vampiro no siempre sea fácil darla. Mido mis siguientes palabras, para evitar que su madre tome como verdades universales casa punto y cada coma que use. No pretendo manipularla, simplemente quería evitar la bronca y enterarme de qué había ocurrido-, pero tal vez el retraso tenía una explicación tan sencilla e inocente que Lord Rousseau ni se planteó que hubiera que darla. Aunque al no saber de qué se trata no puedo afirmar nada, pero puede que simplemente se tratara de eso.
Obviamente no es ese el caso, pero será mejor tranquilizarla. Aunque me extraña que Leonardo no preparara ninguna excusa, o que Vanessa no haya hablado con su madre del tema y contado la versión que ella misma se cree. En el caso de ella... Tal vez no sea fácil hablar con sus padres. Y supongo que a él si castigan a una joven no le importa.

Otra persona tal vez se habría apresurado a cambiar de tema al ver lo tensas que parecían haberse puesto las cosas entre mi madre y yo pero en lugar de eso Beth pareció tratar de suavizar las cosas y, la verdad, me agradó la forma sutil en que lo hizo.
- Ciertamente hubo una explicación. Nadie puedo controlar el clima y la tormenta de esa noche fue formidable... No nos quedó otra que refugiarnos en un local hasta que la lluvia cesó, pero a mi padre no le agrado mi retraso de todas formas. "Y cómo ella siempre opina cómo él..."-añadí mentalmente.- En ese sentido es muy estricto y lo acepto, pero por favor, madre, dejemos el tema. -dije mirándola. La verdad es que la tormenta no había sido el principal motivo de mi retraso, pero me había venido muy bien que esa noche lloviese, aunque me hubiesen castigado. De todas formas el castigo no iba a ser eterno y esperaba que mi pequeña escapada del mercado no me trajese demasiadas consecuencias.

Mi madre me miró y después hizo un leve asentimiento. Al parecer había logrado convencerla.
- De acuerdo, Vanessa. Disculpa, pero ya sabes cómo se pone tu padre y siempre termina contagiándome... -tras eso se giró hacia Beth.- Y usted señorita Harsányi, perdone por molestarla con nuestros problemas.

- Ciertamente hubo una explicación. Nadie puedo controlar el clima y la tormenta de esa noche fue formidable... No nos quedó otra que refugiarnos en un local hasta que la lluvia cesó, pero a mi padre no le agrado mi retraso de todas formas. En ese sentido es muy estricto y lo acepto, pero por favor, madre, dejemos el tema. -dice mirándola.
Su madre hace un leve asentimiento.
- De acuerdo, Vanessa. Disculpa, pero ya sabes cómo se pone tu padre y siempre termina contagiándome... -tras eso se giró hacia mí- Y usted señorita Harsányi, perdone por molestarla con nuestros problemas.
- No tiene importancia. Considerémoslo una vendetta por haberle robado temporalmente a su hija y estamos en paz- "Vendetta... Pasaste demasiado tiempo en Italia, Erzsébet..."-. Ha sido agradable visitar a mi sastre con ella, y su conversación es interesante, este... comienzo de discusión no empeora el encuentro. Por cierto, aún no me ha dicho su nombre de pila, señora Johnson.

Mi madre parecía de nuevo mucho más relajada y, podría jurar que enrojeció bajo todo su maquillaje cuando Erzsebeth la hizo notar que no había tenido a bien presentarse.
- ¡Oh, vaya! Que despiste el mío. Mi nombre es Anne Marie, pero mis amigos y conocidos siempre me llaman Marie. -dijo mi madre.- Lo lamento si he parecido descortés. -añadió para hacer una breve pausa después.- ¿Puedo preguntar quién es ese sastre? Mi hija sabe que ando buscando uno...

Esperé a que Erzsebeth contestase la pregunta de mi madre y después intervine.
- Precisamente de eso tenía que hablarte, madre. He contratado los servicios de ese sastre para que me haga un par de vestidos. Tras ver sus diseños y sus acabados no he podido resistirme. Espero que no te moleste ese atrevimiento por mi parte. -dije mirándola. Normalmente algo así no la enfadaría, pero ese día tras mi pequeña escapada no podía estar segura de nada.

- ¡Oh, vaya! Que despiste el mío. Mi nombre es Anne Marie, pero mis amigos y conocidos siempre me llaman Marie. -dice, avergonzada- Lo lamento si he parecido descortés. -añade.
- En absoluto, es un despiste natural. Encantada, Marie.
- ¿Puedo preguntar quién es ese sastre? Mi hija sabe que ando buscando uno...
- Su apellido es Taylor. Muy apropiado, teniendo en cuenta su profesión. Su taller no está lejos de aquí, supongo que vuestra hija sería capaz de llevaros.
- Precisamente de eso tenía que hablarte, madre. He contratado los servicios de ese sastre para que me haga un par de vestidos. Tras ver sus diseños y sus acabados no he podido resistirme. Espero que no te moleste ese atrevimiento por mi parte.
- Supongo que no habrá ningún problema con eso, ¿verdad? Como habían salido precisamente para comprar, di por hecho que no pasaría nada porque llevara a Vanessa al taller de Mr. Taylor, aunque comprara algo. Además, seguro que le viene bien algún nuevo vestido para el verano- digo, excusándonos a ambas- Si hay algún problema, la culpa también es mía, fui yo la que llevé a su hija a la sastrería.
Supongo que luego tendré que pedirle permiso para que Vanessa me acompañe a mi casa, si quiero prestarle el libro. Aunque si se lo pido yo no será un problema.